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All we have is who we are.

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Mensaje por Liberttie A. Linksmine Miér Nov 04, 2015 12:34 am

Años de entrenamiento, cientos de noches en vela practicando y miles de gritos de su instructor, tantas cosas que había soportado para poder llegar a donde estaba, sentada a bordo de la nave Vrani Sprinter, pero no había llegado hasta ahí para que, a la menor dificultad, su superior le ordenase quedarse a cargo de la nave mientras todos peleaban contra los pasajeros de aquella nave desconocida. Todo era culpa de Woodrow, ese patán descerebrado que había provocado una avería en el quinto motor. De no haber sido por él, no habrían tenido que detener su viaje en mitad de la nada, dejándose al descubierto ante piratas espaciales de la peor calaña, tal y como se temía que eran los tripulantes de la nave invitada. Sentía la rabia borbotear en su interior, un sentimiento al que no estaba acostumbrada, pero una vocecita en su cabeza le repetía una y otra vez que debía quedarse en su puesto, que alguien debía vigilar la nave hasta que sus compañeros regresasen. Pero el tiempo pasaba, primero minutos, luego ratos más preocupantes. La sala de mandos disponía de diversas pantallas desde las que podía observar lo que ocurría en el exterior, disparos volando de un lado a otro sin ton ni son, y otras pantallas que indicaban el estado de la tripulación de la Vrani Sprinter. La pantalla rezaba su nombre en color azul, con todos los indicadores al máximo, sin señal de ningún inconveniente. "Liberttie Linksmine". Pero era el único, el resto de nombres parpadeaban, pasando del azul al rojo en menos de lo que tardaba ella en pestañear, incluso un par de nombres se habían apagado, perdiendo toda luz, al igual que las personas que representaban.

Intentaba mantenerse fuerte, vigilando las pantallas, las entradas y los mandos de la nave a un mismo tiempo, atenta a cualquier instrucción de sus superiores, pero por dentro temblaba como nunca, con las manos aferradas a los apoya-brazos de la butaca de mando, los nudillos blancos por el estrés. La voz de su superior resonó en el parlante, ronca y metálica, diciendo que huyese y llevase la información recavada a Sihnon, siguiendo el protocolo de emergencia al pie de la letra. Y fue entonces cuando el pánico la invadió, haciendo que dejase salir al fin un grito de miedo al darse cuenta de que estaba sola, completamente sola y sin saber qué hacer. Sin ser consciente totalmente de cómo lo hizo, consiguió desacoplar ambas naves y alejarse lo suficiente de la nave enemiga como para emprender rumbo a su planeta y ponerse a velocidad de crucero. O ese era su plan, porque la alerta de averías no dejaba de resonar en sus oídos, estruendosa e inoportuna, obligándola a cambiar su rumbo hacia el planeta más cercano. Eran demasiadas emociones en conjunto, demasiadas cosas ocurriendo en menos de cuatro escasas horas. Hasta hace unas horas su misión era explorar la siguiente galaxia a la suya propia, recopilando información a cerca de los diversos planetas y estrellas encontrados, y de las formas de vida de cada lugar. Desde que habían vuelto a formar parte del universo, los habitantes de Sihnon había sentido una inmensa curiosidad latente hacia todo lo desconocido, todo aquello de lo que habían sido privados hasta ese momento. Por eso, el hecho de encontrarse con unos piratas espaciales y tener que huir de ellos por su cuenta no entraba en sus planes esa misma mañana, mientras desayunaba un cuenco de Stellar Loops con un poco de viachuelo lácteo. Pero el futuro era imprevisible, así que debía amoldarse a la nueva situación.

Aún estaba intentando mentalizarse para la idea de tener que enfrentarse a esa situación ella sola, cuando oyó un crujido a sus espaldas. Lo conocía a la perfección, cada crujido, cada chirrido que hacía la nave cuando alguien pasaba por ese lugar, por eso su mano se ciñó en torno al elemento metálico más ancho en el extremo más alejado que en el mango, que reposaba bajo el escritorio de Woodrow. Ese patán resultaría útil después de todo. Se giró a toda velocidad, o al menos a la mayor velocidad que le proporcionaba el traje de combate que estaba obligada a llegar a pesar de que no fuera a salir de la nave. Alzando el palo metálico por encima de su cabeza en afán amenazador con el único fin de protegerse, comenzó a rodear el sillón para poder darle la cara a su oponente. Cual fue su suerte de que, justo cuando caminaba de lado, sus pies se trastabillaron unos con  otros, causando que cayese de bruces frente a su gran anfitrión, el enemigo desconocido.
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Re: All we have is who we are.

Mensaje por Harik E. Ragnarok Sáb Nov 07, 2015 12:13 am

—Hijo, solo debes seguir mis pasos y te convertirás en un gran hombre.

Tenía que repetirse esas palabras constantemente en su mente, aún cuando estaba ajustándose las botas mientras sus pupilas viajaban de un lado a otro en el camarote, justo donde tenía las armas que era tan común usar para él, era el pan de cada día atacar una nueva nave con tal de recoger un gran botín. Excepto hoy, que era especial, los habían contratado a pesar de ser piratas de la galaxia, quienes los nombraban parecían encogerse en sus asientos porque eran igual de duros que los federales de la Tierra. O peor aún, eran comparados con planetas lleno de especies nefastas que no tenían el sentido de la compasión. Pero, ¿alguien preguntó alguna vez a Harik si quería pertenecer a esa extirpe? No, nadie lo tomó en cuenta, teniendo que aprender a las malas como defenderse en ese mundo y más cuando era el hijo del capitán de la nave. Para ser humanos tenéis nervios de acero era lo que decían los extraterrestres que osaban robar sus pertenencias y quizás alguno vender, no era extraño. En seguida su mascota, una masa viscosa que recorría a su alrededor y era minúscula, imitó la apariencia de su padre hablando con una voz ridícula queriendo hacer reír a su dueño y él negó, asomando una sonrisa, era su única compañía en el espacio que tenía cariño. Se incorporó del asiento, agarrando su gran pistola, diferenciándose de las normales con que estas tenían un gran impacto contra el enemigo. Lo suficiente para dejarlos inconscientes, heridos, confundidos. Tomó por si acaso una más primitiva, con una cadena de hierro con una bola pequeña al final y en el otro extremo una especie de hoz metálica, bien afilada. Era por si acaso.

Mandó a esconderse a Abú en su bolsillo antes que la misión iniciara, dirigiéndose afuera, oyendo las órdenes que indicaban cada uno que pasaba. No era casualidad que la nave de Sihnon estuviera averiada, tenían un espía dentro, llevaban siguiéndolos desde que salieron sanos y salvos de su planeta. Ilusos, esos eran, por creer que no tendrían un traidor entre ellos. Por eso mismo estaba recorriendo ahora la nave, dando un último vistazo a la suya, BlackStaric, igual de negra que el alma de todos... menos él. Dejó activado el escuchador de su oído para ser consciente de las coordenadas, tenía que ir al centro de mandos, adueñarse mientras que sus aliados se deshacían con extrema rapidez de los enemigos. La única que debía quedar viva era la sobrina de alguien importantísimo, tanto, que tenían cuidado a la hora de trasladas los cuerpos. Muy meticulosos, sí. Las última frase que alcanzó su interfono a transmitir fue un estás solo... ¡¿Cómo?! Ni siquiera le dio tiempo a reaccionar ya que el movimiento de la nave desconocida más su estado confuso hizo que se tropezara y por un momento quedarse parado en medio de un pasillo. Tenían razón, no había nadie conocido en ningún campo visible a sus ojos, sin querer apretando tanto la mandíbula que se hizo daño a sí mismo. Genial. Se deshizo del casco, no lo necesitaba, si se habían separado las hondas no alcanzarían a tantos kilómetros luz.— Estamos solos, compañero.—Avisó a su mascota, asomando su cabeza rosa del bolsillo aún temblando del miedo, por lo menos tenía una dulce y asustadiza compañía para explorar.

Aquel pasillo parecía el túnel de nunca acabar, teniendo el arma en alto por si quedaba alguno vivo, de reojo vigilando sus espaldas. Y no creía en la suerte pero pareció sonreírle al llegar donde los comandos principales, parándose en la puerta, no era estúpido para saber que habían pilotado y ahora mismo quien fuera estuviera escondido en algún rincón. Adelantó sus pasos, poco a poco, solo que dio con algo literalmente en frente de sus pies. Tanto Abú como él estaban estupefactos, sin habla, percatándose entonces del palo metálico que aún sostenían las manos enemigas actuando rápido en aplastar con el pie mismo ésta e intentar retenerla. Solo veía el cabello largo esparcido, un traje de combate, un cuerpo muy fino. Utilizó su arma para apuntar desde arriba, cerca de su cabeza, necesitaba información con prisas.— Tú, nos vas a sacar de aquí.—No fue una petición, sino una orden directa, utilizando el mejor tono de voz alto que tenía. Y en realidad por dentro estaba temeroso, no quería usar la fuerza, solo anhelaba salir de ahí cuanto antes.
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